Galicia de Pesca: Lubina a la fuga

Sí amigos lubineros, y de todas las especialidades, creo que algunos -unos más que otros- pasaron por esta situación … la situación que muchos como yo estamos soñando el día anterior y cada día que vamos a la mar a la captura de un robalo magestuoso … lo que ocurre es que estadísticamente no se da muchas veces y cuando se da, no tiene porqué salir como uno quiere ya que algunas veces el que se lleva el gato al agua es él, el robalo.

Os presento una situación en primera persona que no terminó como yo pretendía, supongo que si se repite, igual tiene otro final, se verá espero.

“Esta historia real que no por no haberse culminado como pretendía, no deja de ser menos importante para mí, hace que ese día no se borre fácilmente de mi base de datos. Es más, cada vez que vuelvo al sitio donde sucedió lo que os voy a narrar, se reviven en mí cada uno de los instantes de ese grandioso día. Es posible que para muchos sea una historia más, ya conocida por alguno, pero valoro que es una historia en primera persona para compartir, para recordar con cierta satisfacción ya que puede reforzar aquellas planificaciones o criterios que hacemos, de ciertos lugares o sitios de pesca el día antes de una jornada llena de salitre.

Suena el despertador … lo que cuesta levantarse en ese momento inicial, pero voy de pesca, voy a ver si tengo la suerte de poder encontrarme con un robalo cara a cara, así que doy un salto y a preparase para la salitrada, a ver que nos depara hoy. Creo que va a haber algo de mar, un viento flojo del nordeste que incluso me será favorable para el lance, y además situación idónea para mí en el sitio a donde voy … estaré con la marea empezando a bajar, casi pleamar aún, así rezaba en las tablas de mareas, en Meteogalicia y en la previsión de Windgurú consultadas una y otra vez el día anterior.

Son las 5:30 a.m. cuando realizo los primeros lances, es totalmente de noche. Al no producirse ningún ataque al minnow después de unos lances, y con el mar bastante movido … por mi seguridad y la del señuelo, decido dar dos pasos atrás y esperar mientras trato de ver y oír todo lo que tengo delante. Priorizo tener seguridad total.

Hacia las 6:00 h, retomo los lances, aún no veo donde cae exactamente el señuelo, pero intuía que las distancias que alcanzaba eran considerables por el peso del mismo, 32 gr de un Shimano Assasin 160F y la ayuda inestimable en ese día del leve nordeste a favor.

Amanece. A mi espalda se puede empezar a ver un cielo azulón, y ya veo volar el señuelo, y por supuesto también el estado de la mar … espectacular, como decimos algunos, mar robalero, con olas no muy altas y bastante tendidas que hacían que todo él se tornase en un azul claro y blanco con espuma, tal cual lo deseado.

Ya son las 6:30 h y después de un lance lejano, uno más, y a unos 3 m de las piedras de la rompiente, cuando la recogida era ya mucho más lenta, buscando salvar de un golpe contra las rocas al señuelo al sacarlo del agua, … me pilló de sorpresa, estaba pensando y concentrado en otra cosa como dije antes y sin más, un tirón seco … brutal … seguido de una secuencia de cabezazos que me hicieron retomar mi posición de los pies sobre el suelo, pero si entró justo cuando iba a levantar la puntera de la caña para salvar el señuelo … veía salir trenzado como nunca del Saltiga 4000 H, se había vuelto loco … compruebo freno pero estaba bien para mí … ya que lo tenía ajustado tan solo para evitar la posible rotura del aparejo y es que en este sitio, no lo puedo dejar salir libremente porque está lleno de salientes y piedras por todos lados … consigo retomar la situación y creo hacerme con él … pero … tengo que traerlo con la acción propia de la caña, una Sakura Golden Bay de 3.30 m, arrastrándolo y bajando la puntera rápidamente para recoger trenzado lo más rápido posible … bufff … me desconcertaba el peso … eso no son 5 Kg … esta caña con ese peso ya sé lo que es y cómo se comporta … interminable la secuencia, porque vuelve a dar cabezazos … además no puedo acercarme, estoy a unos de 3 m de la rompiente por el estado de la mar, que parecía se hacía más fuerte por momentos, … vuelve a soltarme hilo pero ya menos, y vuelta a empezar … ahí tuve consciencia de que era el robalo soñado por mí … pesaba lo que yo no conocía y lo que nunca había podido imaginar tener enganchado jamás … lo traigo hasta, creía ya el sitio de vararlo con la ola que tenía a poca distancia ya … creía digo, porque nunca fui capaz de sacarle la cabeza del agua, nunca se dejó ver, siempre y en todo momento estuve a su merced, fui un juguete para él ya que hacía y deshacía a su antojo siempre … en ese instante último, que creía ya el definitivo … que ansias por sacarle la cabeza del agua, por ver su silueta entre la espuma … da unos cabezazos y se pone a nadar lateralmente en dirección hacia un laberinto de piedras … afianzo mi posición levemente para que no vaya hacia él … y es que estaba al borde ya de la rompiente, una ola lo hubiese sacado fuera … en ese momento … se soltó el señuelo que creo venía enganchado lateralmente por fuera y en la cabeza … salió disparado del agua … bufff … brutal … qué locura de pez … sé que era lo más grande que tuve enganchado nunca … compruebo el minnow … dos triples con un anzuelo en cada uno abierto totalmente … no puede ser pensé … tuve que volver sobre mis pasos … sentarme y asimilar todo aquello … tantos años esperando una situación así … qué mal me sentía en esos momentos … no había razón para justificar lo sucedido, o eso creía también en ese momento pero, pasados unos pocos meses ya, y después de haber ido unas cuantas veces al mismo sitio a ver si tenía la suerte de poder repetir la situación e intentar otro final más feliz a la historia, llego a una reflexión: me quedo con la historia en sí de ese día, porque esta experiencia ya fue motivo de conversación con algún amigo pescador e intercambiamos pareceres dada su experiencia con estos ejemplares, me quedo también con que tanto el equipo, el trenzado, el fluorocarbono y los nudos respondieron, con que los robalos de un tamaño considerable te hacen mil perrerías antes de darse por vencidas, con que otra vez más no siempre ganamos nosotros los pescadores deportivos y que ese día cumplí totalmente la premisa de que hay que disfrutar del mar y del entorno cada vez que vamos a pescar. Un saludo a todos amigos salitreros.”

Juan C. Lorenzo

 Historias, anécdotas y experiencias llenan nuestras salitradas, enriquecen una pasión que compartimos todos nosotros, y en este caso la lubina fue la protagonista de excepción. Si se produce un debate en alguno de vosotros, ponedle freno, yo ya lo hice y sin resultado, o si … el robalo también tiene algo que decir en estas situaciones. Espero que os haya resultado entretenido y hasta la próxima salitrada.

Juan C. Lorenzo

 

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