Galicia de Pesca: Juan C. Lorenzo, un gallego de adopción curtido en los mares de Galicia
Siempre ansía uno cada vez que salimos de pesca, que al otro extremo del trenzado nos entre esa lubina que rápidamente le cambiamos el nombre a robalo … siempre estamos mirando el mar o las previsiones y las tablas de las mareas, para comprobar hasta qué punto nos coincide para ese día que podemos ir, normalmente en fin de semana … calculando posibilidades y deseando que se den esas previsiones con poco viento o en todo caso favorable, y que el mar rompa las olas lejos para que conseguir una zona amplia espumada … que se nos presenten en definitiva, las circunstancias ideales para que ese momento se quede para siempre con nosotros, con nuestra familia y por supuesto con nuestros amigos … pero, ¿Cuándo empezó en mí esta afición y esta pasión por todo este mundo que rodea a la pesca de la lubina con señuelos artificiales? …
Hace muchos años era como quien dice el «caddie» o acompañante de mi padre, pescador de fondo -ahora surfcasting-, y me tocaba ver y coger el cebo cada vez que íbamos a pescar, xorrón en Asturias de donde es originaria toda mi familia y más tarde aquí en Galicia cagón, manjón o miñocón … dependiendo de la zona. Enseguida me dio una de sus cañas y todos los sábados íbamos a la entrada de la Ría de Ferrol, por la zona del Castillo de S. Felipe y otras por el Castillo de Palma, en Mugardos … qué manera de pescar de aquéllas … os hablo del año 1.976 que fue cuando me vine a Galicia. Sargos, doradas, lubinas, allí entraba de todo … qué cantidad de pescado había en esos sitios.
Pocos años después un compañero de trabajo me enseñó la foto de un cuñado suyo con un pez enorme … ¿Un robalo? pesaría unos 4 Kg y me parecía una broma, nunca había visto cosa igual … ahí empezó todo.
Ese mismo verano empecé a ir con ese pescador tres o cuatro veces, no más … ¿el lugar? en la Costa de la Vela -la zona de costa entre las Rías de Vigo, Aldán y Pontevedra- en la provincia de Pontevedra. En esos días tomé contacto con mi primer señuelo artificial, la cucharilla Evy de 28 gr y el pez de goma Reglou de 14 cm.
Fui escuchando a las gentes del lugar en el restaurante Cabo Home, donde casi vieron mi nacimiento como pescador. En él había jubilados del mar que me aconsejaban -creo que se notaba mucho mi inexperiencia y bisoñez- y sus dueños eran y son una familia espectacular. No había pescadores por el pedrero por aquel entonces, casi era anecdótico encontrarme con otro y tan solo me cruzaba con lugareños que iban a los pulpos. Iban a lo suyo y aún no me atrevía a molestarlos, yo era una persona desconocida aunque tiempo después sí lo hice … buscaba conocer y saber si habían visto pescadores alguna vez, por donde se ponían, cuál era el puntal peligroso … hasta que una de estas historias me transportó a otros tiempos … parece ser que hacia los años 50 un médico inglés de Vigo solía hacer posada en Aldán y llegaba a Donón en burro para ir a pescar a la zona de los faros de Cabo Home, era el primero que pescaba con sedal, algo muy novedoso allí. Un muchacho del pueblo al día siguiente recorría los pedreros en busca de los trozos de sedal que dejaba este pescador … D.E.P. Ramiro y gracias por tus consejos y lo que me enseñaste. En una ocasión me contó que se organizó una expedición en el pueblo para ir a buscarlo, pues era de noche y aún no había regresado … cuando dieron con él, tenía amontonados no sé cuantos robalos que entre todos cargaron en un burro.
Historias aparte, para ser sincero pese a lo que pudiesen contar no salía de un puesto de pesca concreto -«las cañas»- el que me enseñaron y es que pese a la tremenda bajada, una vez en el pedrero me daba seguridad, a bajamar era precioso y dejaba al descubierto los canales para meter la cucharilla y el raglou, pudiendo pasar también a un islote que llaman «puntal bravo».Esa zona era y es muy buena, iban entrado lubinas … alguna de buen porte, pero es que tampoco me atrevía a pisar otros acantilados u otras bajadas, por inexperiencia o porque simplemente las desconocía. Llegué a conocer muy bien esa zona donde bajaba, iba casi siempre como me habían enseñado, una hora bajando aunque improvisé también a otras horas -ya suponía un atrevimiento por mi parte-. Había oído que era básico saber leer el mar, miraba y miraba … pero no sabía a qué se referían, de echo … «no veía nada» … eso si, casi siempre desde las piedras cuando me giraba a una hora concreta y miraba hacia arriba del acantilado, en el camino … en un «mirador», estaba apostado Eusebio, un lugareño y lobo de mar de antaño que salía a dar su paseo y de paso ver qué hacía aquel proyecto de pescador … y este hombre un día que me vio subir con mi primer robalo de 3 Kg me dijo algo que nunca se me olvidó y que llevo presente siempre, me hablaba de cómo tenía que fijarme en el mar, en las olas y en las corrientes, no sólo en la rompiente … me dijo, «O mar non ten campanas» -El mar no avisa- … ese día empecé a leer.Recuerdo esos tiempos de ilusión cuando sonaba el despertador muy de madrugada, y que poco después se transformaba en miedo o excesivo respeto bajando por sitios complicados unos y muy complicados otros, la mayoría de las veces solo, con un foco -con pila de petaca- que nada tiene que ver con el que ahora llevo, que ilumina una zona en la noche como si fuese de día … aquellas caminatas totalmente de noche que me llevaban el pulso acelerado, por caminos que no pasaba absolutamente nadie, ahora ya mucho más frecuentados con rutas de senderismo y muchos más pescadores.Eso si, sitios o lugares de pesca con sus bajadas -que es una costa bastante abrupta-, en los que con el tiempo obtuve mis conclusiones … en aquella piedra o en aquel canal … conocía las posibilidades de determinados puestos lanzando para allí por ejemplo, que es donde unos buzos del pueblo que se dedicaban como Tony Prado de El Pindo en Carnota a la extracción de lombriz catalana -pólvora, como la denominaban algunos pescadores-, me habían dicho más de una vez de unas grietas donde veían en ocasiones apostados robalos … o en tal zona complicada que veían casi siempre lubinas comiendo … iba asimilando las horas más propicias según el sitio y la marea, horas y días de probar y experimentar, incluso el echo de seguir la descarga en lonja de lubinas de las Islas Ons en Bueu, me daba información suficiente para saber si se estaban acercando a la costa. Todos estos detalles son importantes, y los completé como dije en otra ocasión tres años después en compañía de Fernando Domínguez … compañero de pesca y mi mentor con los minnows. Me enseñó desde hacer bien los nudos, a cómo lanzar -que luego cada uno desarrolla su propia técnica-, a cómo moverlos según las circunstancias del sitio y del mar. Oír de él casos y cosas, lo único que hicieron fue enseñarme y regalarme parte de sus experiencias también de años y sacrificios en busca de las lobas en muchos pesqueros -allí les llamábamos posturas- y todo en muy poco tiempo … 7 años yendo con él lo atesoran y cada día que íbamos al pedrero era como recibir una clase magistral, en definitiva sé que fue el mejor profesor que podía tener en aquella zona que él conocía como la palma de su mano. Aún así, yo también le informé convenientemente de todo lo que había visto, aprendido y experimentado en «mi sitio de pesca» y decir que pasó a ser uno de sus preferidos.
Cuántas veces me quedaba mirando lo que hacía él, para dónde miraba, como movía la puntera de la caña … al principio incluso contaba las vueltas de manivela que daba en la recogida para saber cuanto lanzaba -tenía clonado su mismo equipo de pesca- … lejos, media distancia o cerca -se enterará ahora si lee esto-, observaba los sitios que proponía cuando íbamos juntos y observaba el mar antes de lanzar, nunca es bueno precipitarse … de qué me sirve lanzar desde determinados sitios porque si entra algo grande no hay posibilidad alguna sacarlo con seguridad y correr un riesgo físico no tiene sentido tampoco. Buscar las posibles corrientes, cómo rompía la ola sobre determinadas piedras, la hora de la marea … cuando y porqué consideraba él que allí ya no hacíamos nada y que había que irse … . Pero también tengo que decir, que poco a poco con algo me iba quedando, no os imagináis mi satisfacción cuando alguna vez me decía «eres el pescador con más suerte de toda la costa» … sabía que el rol de alumno se iba recortando y poco a poco yo también le aportaba cosas que le sorprendían en ocasiones. La Costa de la Vela, Cabo Home, Donón y cómo no el Restaurante Cabo Home, con todas sus gentes … siempre será el lugar donde recibí las mejores clases de pesca, donde aprendí a respetar el mar y a conocer todo lo que rodea a esta afición, las cosas buenas y no tan buenas a veces … fundamentalmente es donde me gradué para poder tratar siempre de usted al mar, porque tened siempre presente que el mar no permite que le tuteen ni le falten al respeto … porque el que lo haga, tarde o temprano puede llevarse un buen susto … «o mar non ten campanas», y las posibilidades o limitaciones que uno cree tener pueden verse absorbidas por un traicionero golpe de mar si no estamos seguros y atentos … nunca se puede dar la espalda al mar ni arriesgarse más de la cuenta, esto es una afición para disfrutar.
En esos tiempos por esa zona, tantos como 18 años, también me enseñaron y formaron en lo que significa la amistad, la lealtad y la confianza entre los pescadores … algo importante para mí y tema escabroso donde los haya a veces … por eso al igual que Toño Crespo, que nos decíamos en una ocasión hablando de la soledad en el pedrero, que también sabemos disfrutar del mar solos -circunstancia que se nos da en muchísimas ocasiones-. Allí por supuesto, hay grandes personas a las que siempre traté de escuchar y de las que aprendí muchas cosas … y que con el paso de los años conocí y forman parte de esta historia y de un tiempo pasado … pescadores de Cangas del Morrazo, Moaña, Vigo … etc.
La pesca de la lubina puede no ser siempre gratificante si creemos que cada vez que vayamos, tenemos que coger un robalo o unas buenas lubinas para disfrutarlas en la mesa con la familia … por el contrario, puede serlo ya desde el día anterior con los preparativos cuando hacemos un nudo nuevo a la grapa … y si nuestra intención o premisa es fundirse con el medio, respetándolo y disfrutando lo que ese día te entrega, sea lo que sea … un amanecer … un atardecer … el vuelo rasante de un bando de cormoranes o la majestuosidad de los arroaces que se dejan ver en varias ocasiones … y de paso intentar que no nos pase nada, que no perdamos material y que ese robalo muerda nuestro señuelo.
En un tiempo por circunstancias, estuve alejado del mar e iba en contadas ocasiones, una o dos a lo largo de un año. Hoy afincado en A Coruña, tengo «mi» zona de pesca en A Costa da Morte, concretamente en Lira … y mi inexperiencia en esa costa durante un año aproximadamente me hacía pensar si realmente había pescado algo alguna vez … amanecidas, atardecidas, bajamares, medias mareas, pleamares … ya era un reto personal … no había forma de dar con ellas y mucho menos con un robalo. Hubo que desempolvar los viejos apuntes y retomar de nuevo una serie de cosas que había puesto en práctica antes, y sin prisas, poco a poco había que empezar como quien dice el trabajo de campo … no era llegar, lanzar y pescar. La motivación de observar la costa con más o menos mar, caña en mano en sitios y momentos mareales diferentes, también me aportó conocimiento, experiencia y buenos momentos y risas -sobre todo cuando llegaba a casa o con la familia-, por lo que valorar que los capotes -bolos- también forman parte de la pesca, es importante y como bien me decía Fernando … «los capotes curten» … y yo curtido podéis creerme que en esta zona ya estoy.
Hay que tener en cuenta que La Costa de la Vela no tiene nada que ver con A Costa da Morte … la primera, mucho más pequeña y delimitada con muchas zonas mixta de arena y piedra, con muchas estructuras de canales con arenales, es también una zona de costa protegida por la influencia de las Islas Cíes y Ons que hacen de parapeto al Atlántico y que generan unas corrientes marinas que dan origen a un microclima muy particular … es como si fuese más sencillo decidir los sitios más propicios para localizar a las lubinas pero por eso, por tener menos opciones por ser más limitada en cuanto a superficie. También tiene zonas con acantilados de hasta 160 m sobre el nivel del mar, con bajadas peligrosas y casi terribles en ocasiones en las que afrontarlas totalmente de noche, entre tojos y todo tipo de arbustos enormes que había que ir apartando yendo protegidos para evitar los cortes y pinchazos que te hacían sangrar por brazos y piernas como si te hubiesen dado una perdigonada, con la tensión de las piernas que durante la bajada había que mantener constante durante como mínimo 20 minutos, en algunos tramos arrastrándote por la dificultad porque un tropezón con una rama o una raíz de los matorrales que en alguna época del año cerraban totalmente el sendero de bajada podía resultar fatal, hacía que cuando finalmente llegases a las primeras piedras tuvieses que parar, recuperar el pulso y apoyarte sobre ellas porque el temblor de las piernas no te dejaban caminar con normalidad y había que recuperarse bien antes de empezar el desplazamiento por el pedrero para poder llegar a las puestas deseadas y pescadoras … y lo que son las cosas … esa bajada en concreto que os describo, poco a poco fue haciéndose más conocida y -seguro que varios de vosotros estuvisteis en ella y por lo tanto sabéis de qué hablo-, con lo que el terreno se fue repisando y formando ahora una bajada mucho menos cerrada por la acción de las lluvias que encontraron un camino de desagüe en el terreno, erosionando y abriendo más el paso … hace 18 años acceder a ese pedrero era casi una osadía, pero era una zona en la que las lubinas no estaban extresadas ni avaladas por la acción de los aparejos de pesca y por lo tanto un remanso de tranquilidad para ellas. A este sitio muchos lo seguimos denominando como «Las posturas de Fernando» en su honor, y considero es de justicia, porque fue él quien en una de sus jornadas de pesca y a bajamar, fue recorriendo la costa desde el pueblo emblemático de Donón, hasta que se quedó encerrado por la marea y de noche hizo un sendero acantilado arriba para poder salir de allí.A Costa da Morte es mucho más amplia y más expuesta al Atlántico. Está situada al noroeste de Galicia en la provincia de A Coruña. Sus acantilados comienzan al norte en la villa de Caión, muy cercana a la capital y llega hasta el pueblo de Muros, al sur. Sus límites no están claros, al no tratarse de una comarca, sino de un simple arco atlántico de costa, al que no le une ninguna división administrativa en especial. Es por tanto muy difícil de conocer en toda su amplitud, ya que comprende muchos km de costa y por poner un ejemplo, entre otros están los municipios y pueblos de Caión, Malpica, Puenteceso, Cabana, Lage, Vimianzo, Camariñas, Muxía, Finisterre, Corme, Puenteceso, Traba, Camelle, Arou, Santa Mariña, Camariñas, Javiña, Merexo, Lires, Nemiña, Dumbría, Finisterre, Cee, El Pindo, Carnota, Lira, Lariño y finalmente Muros … son muchos km de costa con sus propias características.
Yo estoy centrado y limitado en «mi zona» que está comprendida de momento entre Carnota y Muros. Ya recorrí casi toda esa costa con muy poca fortuna al principio y durante varios meses. Creo que todo es aplicable para cualquier otro pescador, pues sigo mi propio criterio e instinto, probé cada zona a diferentes horas y mareas, observé el estado del mar en ellas cuando el mar estaba picado o incluso fuerte … me fijo en bajamar en los posibles canales de paso … las zonas seguras e inseguras con mar fuerte … los sitios de abrigo con mar duro.El día menos esperado, habremos dado con una zona que responde a nuestros criterios de selección, y pescar sabiendo que están ahí porque es un sitio de paso para las lubinas, que en cualquier momento un robalo puede entrar a nuestro señuelo es la mejor de las satisfacciones, es como algo que tu sabes, experimentas y obtienes el resultado deseado.
Y para terminar, algo como dije antes importante para mí, es que ya compartí alguna jornada por la zona con Diego Bello y una que no será en absoluto la última con Tony Prado … pescadores leales que entienden esta afición como un medio de disfrutar de nuestro mar.
Espero lo mejor para todos vosotros, que me deis muchas alegrías cuando compartáis vuestras jornadas de pesca, porque con ellas también aprendo y que disfrutéis de nuestra afición con seguridad.
Se despide un asturiano de origen, pero gallego de corazón y adopción.
!Hasta la próxima Salitrada¡
Juan C. Lorenzo
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